Empuja tu pared

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  • miércoles, 9 de febrero de 2011
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  • Román
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  • “En lo profundo del invierno finalmente aprendí que dentro de mi existe un verano invencible” (Albert Camus)

    La semana pasada tenía la primera cita con una chica que estaba interesada en el coaching. Era la última hora de la tarde y cuando se sentó y empezó a hablar lo único que le oí decir fue, “no se lo que quiero”, “no se..”, “no se…”. Ante cualquier pregunta que le hacia la respuesta automática era “no se”.

    Suelo ser bastante radical con los “noseadictos”, en mis sesiones de coaching está prohibido utilizar la frase “no se”. Cada vez que decimos “no se”, le damos una orden a nuestro cerebro para que se cierre y no siga buscando.

    Se lo comenté pero aún así percibía que no tenía energía, casi no la oía de lo bajo que hablaba. En mi mente no dejaba de aparecer la imagen de una pelota de goma a la cual le has quitado el tapón y se va desinflando lentamente.

    Entonces decidí jugar con lo que en coaching llamamos la “geografía”. Sabemos que la mente sigue al cuerpo y cada estado de ánimo está asociado a una determinada postura corporal, un determinado tono de voz y un lugar en el espacio. La geografía de esta chica me estaba mostrando que se sentía sin fuerzas. A veces cambiar la geografía del cliente es suficiente para que cambie su actitud automáticamente.

    Le pedí que se pusiese de pie delante de mi y que juntásemos nuestras manos. Y le pedí que me empujase con todas sus fuerzas. Al principio le chocó y le costaba pero más rápido de lo que se esperaba empezó a empujar con fuerza. Yo me resistía pero ella seguía empujando con fuerza mientras que su cara iba cambiando, se iluminaba y aparecía una gran sonrisa. Su energía cambió automáticamente cuando se permitió conectar con esa fuerza interior que todos tenemos.

    Ayer tuvimos la segunda sesión y me comentó que el ejercicio de empujar le había ayudado mucho, tanto que lo practicaba cada día. Y como no tenía a nadie a quien empujar, empujaba la pared. Se ponía frente a la pared y la empujaba con todas sus fuerzas hasta que sentía ese poder y se sentía mucho mejor.

    Y no solo eso, cuando fue a tomar el café con una de sus compañeras que no estaba pasando un buen día y se quejaba constantemente le dijo: “ponte en frente de mi, junta tus manos con las mías y empuja mis manos”. Al final de esa jornada su compañera le envió un mail para darle las gracias porque después de su encuentro se había sentido mucho mejor.

    Todos tenemos una gran fuerza dentro, fuerza que cuando estamos en situaciones límites sale e incluso hace que seamos capaces de levantar un coche si tu hijo está debajo. Cuando nos sentimos tristes, sin fuerzas, sin ilusión, cuando nos sentimos víctimas de las circunstancias o de las personas, conectar con esta fuerza no sólo es necesario: es VITAL, porque nos devuelve la vida y la sonrisa.

    Así que te propongo un juego: si te sientes sin ánimo, decaído o víctima de las circunstancias o de las personas de tu alrededor, si sientes que no tienes fuerzas para seguir avanzando en la dirección de lo que quieres o si no sabes lo que quieres, empuja la pared y me cuentas como te sientes después.

    Hoy en lugar de quejarte, empuja la pared. No les des el poder a los demás…lo necesitas para moverte en la dirección de tus sueños.

    Empuja, empuja y sigue empujando hasta que conectes con ese poder interior. Te aseguro que está ahí esperando por ti.

    “Solo el que ensaya lo absurdo es capaz de conquistar lo imposible” (Miguel de Unamuno)


    fuente: http://aprendecoaching.com/empuja-la-pared/