Frases de Khalil Gibran

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  • miércoles, 21 de abril de 2010
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  • Román
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  • Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes.

    En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente.

    Los hombres que no perdonan a las mujeres sus pequeños defectos jamás disfrutarán de sus grandes virtudes.

    No busques al amigo para matar las horas, sino búscale con horas para vivir.

    Para entender el corazón y la mente de una persona, no te fijes en lo que ha hecho no te fijes en lo que ha logrado sino en lo que aspira a hacer.

    Del hablador he aprendido a callar; del intolerante, a ser indulgente, y del malévolo a tratar a los demás con amabilidad. Y por curioso que parezca, no siento ninguna gratitud hacia esos maestros.

    El silencio del envidioso está lleno de ruidos.

    Si no puedes trabajar con amor sino sólo con desgano, mejor será que abandones el trabajo y te sientes a la puerta del templo a recibir limosna de los que trabajan con alegría.

    Señor ! Protégeme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños.

    ¿Dónde puedo encontrar un hombre gobernado por la razón y no por los hábitos y los deseos?

    Bueno es dar cuando nos piden; pero mejor es dar sin que nos pidan, como buenos entendedores.

    Debe haber algo extrañamente sagrado en la sal: está en nuestras lágrimas y en el mar.

    No se puede llegar al alba sino por el sendero de la noche.

    El ruiseñor se niega anidar en la jaula, para que la esclavitud no sea el destino de su cría.

    Algunos oyen con las orejas, algunos con el estómago, algunos con el bolsillo y algunos no oyen en absoluto.

    Dios no escucha vuestras palabras, salvo cuando él mismo las profiere a través de vuestros labios.